Mientras se airea un
pacto por la educación, un acuerdo educativo entre todos, el gobierno en
funciones continúa con el calendario de aplicación de su contrarreforma
educativa: LA LOMCE.
Las reválidas, exámenes
externos al terminar la ESO y el Bachillerato, se implantan al terminar el
curso 2016/2017 según decreto publicado en el BOE el pasado 30 de Julio. El alumnado de 4º de la
ESO se presentará a una reválida que no tendrá efectos académicos. A partir del
curso 2017/2018 hay que aprobar la reválida para obtener el título.
En Bachillerato la
reválida tendrá efectos académicos para el acceso a la universidad, pero no
para la obtención del título. En el curso 2017/2018 desaparece la selectividad
y hay que aprobar la reválida para obtener el título y para acceder a la
universidad. La ley dice que desaparece la “actual prueba de acceso a la
universidad” pero las universidades, en base a la demanda u otras razones,
pueden establecer procedimientos de admisión justificando los criterios que
decidan. Es decir: a falta de un filtro, dos.
Este modelo de exámenes,
las reválidas, ha provocado el rechazo de 13 Comunidades Autónomas, incluida
Castilla y León. ¿Cuáles son las razones? La primera es que estos exámenes
externos transforman la educación en una carrera de obstáculos con el único
objetivo de discriminar los buenos de los malos alumnos. Responden las
reválidas a un modelo pedagógico preconstitucional y uniforme que rechaza a los
más desfavorecidos sin ofrecerles ninguna salida.
Como ya hemos dicho en
anteriores ocasiones con motivo de la aplicación de otras pruebas externas, la
escuela va camino de olvidarse de su papel fundamental, ENSEÑAR, para preparar
al alumnado para aprobar un examen.
Negar las reválidas, este
mal modelo de evaluación, no es ni mucho menos negar el modelo de evaluación
continua que se utiliza hoy en nuestros centros públicos y en sus aulas.
Mediante esta, la evaluación continua, el profesorado dispone de información
diaria sobre las facilidades y las dificultades que tienen los alumnos en
cuanto a aprendizajes y competencias a lo largo del proceso educativo. Dicho de
otro modo: el profesorado conoce a sus alumnos y puede aplicar sus
conocimientos para la mejora individualizada de los mismos.
Concluimos, por lo tanto,
con que la enseñanza individualizada es incompatible con las reválidas que son
pruebas estandarizadas, iguales para todos, y por lo tanto nos negamos a creer
que un examen externo es más fiable y objetivo que el trabajo de un curso, día
a día, del profesorado.
Luis
González
Concejal del Grupo
Municipal Socialista
Ayuntamiento de
Alcobendas